23.4.13

IX

  Abre la puerta y se encuentra con los ojos grises que lo miran detrás de los lentes. Él le sonríe y se hace a un costado.
   -Pasá.
   -No hace falta  que te molestes -contesta a la vez que abre su cartera. Saca de ella el sobre y se lo ofrece.
  Pablo lo toma y vuelve a mirarla.
   -Está bien, señorita Vitali. Muchas gracias por haberse molestado hasta acá. Ahora bien, me gustaría hablar con Luciana. ¿Podemos dejarla pasar o tengo que esperar  a que salgas del edificio, llamarte  por teléfono y pedirte que vuelvas a entrar para separar las cosas?
  Ella sonríe a la vez que entra y cierra las puerta tras de sí. Se acerca, le acaricia el pelo y lo besa. Es un beso largo, interminable. Ambos estaban esperando este momento. Pablo deja caer el sobre y la abraza. La cercanía de su cuerpo le devuelve una sensación de vida que estaba necesitando.  él levanta el vestido gris claro y mete la mano debajo de la ropa interior. El contacto de su piel le produce un leve estremecimiento. Lo deja hacer sin oponer la menor resistencia. ¿Para que entrar en ese juego histérico? Ella no es así. Lo desea. Que él haga con ella lo que quiera.
  Pablo baja el cierre del vestido y lo desliza por los hombros. El vestido cae al piso, justo encima del sobre. Luciana no lleva corpiño, por lo cual sus pechos quedan a la vista. Ella está excitada. Mejor, porque él también. La besa y ella cierra los ojos, levanta una pierna para ayudarlo.
  A Pablo ese momento siempre lo estremece.  Porque sabe que cuando una mujer colabora para que él la desnude, le está diciendo que lo desea.
  Recuesta a Luciana en el sillón y se arrodilla en el piso. Ella le envuelve la cabeza con sus piernas y se mueve con lentitud. Él la huele y, por primera vez en mucho tiempo, no siente el deseo de que ese olor sea el de Alejandra. Sus manos se estiran hasta apretar los pechos duros y suaves y el movimiento de Luciana comienza a acelerarse. Escucha sus gemidos. Pero ella lo detiene. Lo separa apenas y lo mira.
   - No, esperá
   - ¿Qué pasa?
   - Penetrame, por favor. Quiero sentirte adentro.
  Pablo escucha el pedido, la súplica y siente como la libido se dispara en cada una de las células de su cuerpo. La toma de la mano y la lleva hacia el cuarto. A los pocos segundos está dentro de ella, la toca, la muerde, la aprieta. Ella lo deja hacer todo lo que quiera. Siente que esto es algo diferente en su vida.
  Siente venir el orgasmo y lo demora unos segundos antes hasta que se da cuenta que ya no quiere retenerlo.
   -Acaba conmigo - le pide. y él, obediente, la aprieta aún más contra sí. No es un momento muy largo, dura apenas unos segundos. Pero no otra cosa es la eternidad, apenas un segundo en el que el pasado, el presente y el futuro se cruzan de una manera maravillosa y fatal.
  El grito de Luciana retumba en el departamento. Después, todo es silencio. En el cuarto apenas se perciben sus respiraciones que, de a poco, se va haciendo mas lentas y sus cuerpos húmedos que no pueden separarse todavía.
  En el piso del hall de entrada, el vestido descansa indiferente; debajo espera el sobre que, por el momento, ha perdido para él toda importancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario